La Interculturalidad es un factor importante para conservar las
relaciones tanto sociales, comerciales, culturales, etc. con los individuos,
esta es tambien un instrumento de lucha de culturas donde existe una justicia
social diciendo no al cambio de las culturas y es donde surge un acto de
resistencia. Es por eso que se encuentra la filosofía intercultural la cual propone como
un programa de trabajo el cual provoca un cambio, este cambio se practica desde
la mutua asistencia cultural, la cual tiene una riqueza de diversidad por que
defiende el derecho de los pueblos a tener su propia cultura.
La
interculturalidad alude a un tipo de sociedad donde las comunidades étnicas,
los grupos sociales se reconocen en sus diferencias y buscan su mutua
comprensión y valorización. El prefijo “inter” expresa una interacción positiva que expresa una
búsqueda de suprimir las barreras entre los pueblos, las comunidades étnicas y
los grupos humanos, es asimismo la búsqueda de instancias que estén enfocados a
la aceptación mutua y a la colaboración entre culturas que se entrecruzan.
Hoy
en día la globalización es un problema que afecta a la interculturalidad, la
globalización es un medio de denominación ideológica en su lema es formar al
mundo haciendo a un lado la cultura que hay en cada mundo. El fenómeno de la
globalización, genera una situación en la cual se acumulan riquezas las cuales
se concentra en cantidades mínimas de la población; esto se debe a que algunos
países han aprovechado de una mejor forma las oportunidades del fenómeno, Por un
lado se requiere comprender a la globalización como un proceso de profundos
cambios, hay que separar dentro del término globalización dos cuestiones que me
parecen son en primer lugar, la “globalización como proceso” y la
“globalización como ideología”. En primer lugar, ¿Qué sería un proceso de
globalización?, simplemente reconocer que hoy en día el
mundo en el cual habitamos hay una serie de tendencias y nuevas realidades
socio económicas, políticas y culturales,
hoy vivimos en un mundo tremendamente interdependiente y complejo, hay que saber
que la vida de los pueblos.
Si
los pueblos y las culturas originarias pueden sobreponerse a las amenazas de
dependencia estructural del proceso de la globalización puede que generen nuevas condiciones para la
reproducción de su vida biológica y cultural, se podría decir que quizás aquí
se dará la división futura de los pueblos superviventes de la modernidad, y los
pueblos vivos que aportaran a la construcción de un nuevo mundo.
Entonces,
la globalización como proceso tiene sus desafíos y riesgos: es la que termina definiendo
las relaciones entre todos los pueblos y culturas del mundo, cualquiera sea su
desarrollo económico, social y cultural, es decir, ningún grupo humano ya puede
separarse de un destino común del lugar que habitamos.
Pero
hay un segundo problema en relación a “la globalización como ideología” que
sería considerar que este estado de cosas, ante el cual no se sabe bien cómo
reaccionar, los pueblos están hoy día obligados a asumir con responsabilidad la
conducción de su proyecto histórico. La globalización no se puede identificar
ni más ni menos que con la única vía que le queda a los pueblos, algo así como
que existe un solo orden que asegura la “única vía” del desarrollo de las
naciones pobres. De forma negativa, no es cierto que la única formulación
posible del tipo de desarrollo y de los valores humanos que le están
involucrados sea igual para todos. La ideología de la globalización se relaciona, con la idea del pensamiento
único es decir, que el único tipo de desarrollo que tienen los países en el
mundo es el que está asociado a la evolución de una nueva fase del capitalismo
internacional.
Para
sintetizar hay dos concepciones que retomo de una distinción que hace García
Delgado (1999), quién dice que se pueden distinguir dos concepciones de
globalización que son relevantes para entender los procesos culturales en
América Latina. Por un lado se requiere comprenderla como un proceso de
profundos cambios, que remite a oportunidades y amenazas, pero que deja un
amplio margen para opciones políticas y búsqueda de bien común y, por
otro, como una ideología, que restringe
el debate y consagra el predomino de lo económico como lo único relevante al
igual que consagra el interés de los particulares, soslayando los intereses de
las comunidades humanas y de los Pueblos.
Por
lo consiguiente también se habla de educación intercultural: este es un tema
educativo que genera un creciente interés en círculos académicos e incluso
políticos. También se sostiene que es la modalidad educativa más indicada para
promover procesos de integración al interior de las escuelas que confluyan en
relaciones democráticas y solidarias. Esto solo tiene sentido si es que aceptamos
que tanto la sociedad como las escuelas son un espacio de encuentro para grupos
humanos diversos que, además, están en permanente transformación. Por eso, uno
de los desafíos que enfrenta la reflexión educativa es reconocer los contextos
en los cuales a los y las educadoras les corresponde ejercer su labor
formadora.
La
educación intercultural supone un proceso amplio de reflexión acerca de la
sociedad en la que vivimos, y abre la discusión hacia aspectos tan
determinantes como la democracia que queremos construir.